viernes, 4 de junio de 2010

Bolívar y la masonería


La gente siempre dice muy a la ligera que Bolívar era masón, al igual que Miranda y hasta Guzmán Blanco y todos los grandes cacaos de la historia. Lo dicen en un tono casi reverencial, como si los masones realmente dominaran el mundo tras bastidores. Pero Bolívar era bastante materialista, empirista y sensualista, a la usanza de la Ilustración. Estas creencias son siempre útiles para un hombre práctico dedicado a un asunto tan mundano como la política. Los intelectuales siempre fracasan en política porque en el fondo Pedro Carujo tenía razón: el mundo es de los hombres de acción, no de los contemplativos. Los que dan risa son los contemplativos que aborrecen la contemplación y quieren posar como hombres de acción (cfr. Nietzsche y la Tesis 11 contra Feuerbach de Marx).

La siguiente opinión de Bolívar está tomada de esa joya incomparable que se llama el Diario de Bucaramanga (p. 81): (por cierto, Perú de Lacroix escribía “mazonería” así como también “jeneral en gefe”)

“(El Libertador) habló sobre la mazonería diciendo que también había tenido él la curiosidad de hacerse iniciar pa. ver de cerca lo que eran aquellos misterios, y que en París había sido recibido Maestro, pero que aquel grado le había bastado para juzgar lo ridículo de aquella antigua asociación: que en las Lojias había hallado algunos hombres de mérito, bastantes fanáticos, muchos embusteros y muchos más tontos burlados: que todos los masones parecen unos grandes niños, jugando con señas, morisquetas, palabras hebraicas, cintas y cordones; que sin embargo la política y los intrigantes pueden sacar algún partido de aquella sociedad secreta, pero que en el estado de civilización de Colombia, de fanatismo y procupaciones (sic) religiosas en que están sus pueblos, no era político valerse de la Mazonería, p. que pa. hacerse algunos partidarios en las lojias se hubiera atraído el odio y la censura de toda la Nación, movida entonces contra él p. el clero y los frailes, que se hubieran valido de aquel pretexto; que p. lo mismo poco podía hacerle ganar la mazonería, y hacerle perder mucho en la opinión.”

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